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Publicado en El Telégrafo
Ilustración de Jaime Núñez del Arco
Esta fórmula avanzada del enfoque comunitario apunta a resolver los problemas de la gente.
Con la premisa de que “todo ciudadano es un reportero” un loco periodista coreano creó Oh My News, un periódico electrónico que comenzó como un medio nacional, y ahora es el mayor exponente del llamado periodismo participativo con 50 mil reporteros en todo el mundo, una nueva fórmula que nació para capturar a los cada vez más huidizos lectores de diarios.
La idea del coreano es reciente y extrema, pero hubo intentos con este periodismo en la década pasada: el The Spokesman Review eliminó la sección de los editoriales y designó dos “editores interactivos” para ayudar a los lectores a colocar sus opiniones en formato periodístico. Y el Ta-llahasse Democrat organizó debates on line entre lectores y miembros de la Cámara de Diputados, y colocó las discusiones en la red pública y gratuita de las computadoras para que la gente pudiera seguirlas en casa.
En Ecuador también hay interesantes ejemplos en periódicos en papel, como el “vecino reportero” de Últimas Noticias, o las opciones de entrar a foros, blogs y chats en el diario electrónico Ciudadanía Informada.
Pero ¿qué es el periodismo cívico? Partamos de la teoría. Dice el consultor en medios y seguidor del tema en Europa y América Latina, Miguel Ángel Jimeno, que “es aquel que sirve a los ciudadanos”, lo que no necesariamente quiere decir que sea hecho por ellos, pues “se puede hacer un fantástico servicio a una comunidad sin que “salga” esa comunidad: hay que pensar (subraya lo de pensar) qué temas interesan a nuestros lectores, qué puede ayudar a mejorar un barrio, una ciudad”.
Lógicamente, a la hora de hacer esos temas se debe “escuchar” a los ciudadanos y se suelen “poner rostros” a las informaciones para que “resulten más cercanas”.
Ahora vayamos a la práctica: La historia la escribió Omar Ramos para el capitalino Últimas Noticias y contaba cómo un conscripto que no cumplió la orden de su superior recibió una golpiza que lo dejó entubado en un hospital. ¿El resultado de la publicación? Unas disculpas públicas de las Fuerzas Armadas. Un gol periodístico. Lo raro es que Ramos no es un periodista, sino un sencillo lector.
Ya lo decía Davies Merritt, el padre del concepto de periodismo cívico: “su función es incitar a cambios”
Leonel Bejarano, editor general del Últimas Noticias, diario del grupo El Comercio que tira 40 mil ejemplares por día, dice que aunque suene extraño -sobre todo para los propios periodistas- esta no es una novelería ni una moda, sino que esta forma de hacer periodismo estuvo incorporada en el ADN del periódico desde que se fundó, allá por 1938, pues siempre participó en comités comunitarios, mingas y contaba historias urbanas.
Y avanzó tanto en esta reingeniería del oficio que ahora no es raro que abra la tapa una noticia escrita por un “vecino reportero”, porque, como dice Bejarano: “el periodista tiene que reinventarse. Se trata de romper el modelo donde el periodista es el que va y trae la noticia. Ahora es la comunidad la que elabora el contenido y toma la foto”.
¿Será? Lo cierto es que el editor tiene una hilera de ejemplos para demostrar la efectividad en cuanto a la ayuda social. Aquí va uno: “Una persona construyó una historia e hizo una infografía en la que ubicó los 30 puntos conflictivos de la zona donde vive. Con eso consultamos a las autoridades, y ya empezaron a trabajar. Así que sí funciona”.
“Si no hay resultados, la tarea del periodista queda a medias. La idea es hacerle seguimiento al problema hasta conseguir la solución”, aporta la reportera Ludy Caicedo, del noticiero Ecuavisa en la Comunidad, que pertenece a la franja mañanera donde manda el formato comunitario. Ya lo decía Davies Merritt, considerado el padre del concepto de civic journalism: “su función es incitar a cambios”.
Algo similar hace el diario ciudadaniainformada.com. Su director, Pablo Villacís, indica que el reto es llegar a la colectividad por medio de las nuevas tecnologías. “El periodismo cívico implica crear ciudadanía y tratar de educar en política, dando lecturas independientes sobre lo que está ocurriendo”, suma.
Pero Jimeno advierte del peligro que corren algunos que piensan que esto consiste en “abrir las puertas” de los medios a las personas: cuantas más, mejor. Y, en vez de consultar a expertos piden opiniones a personas en la calle. “Atender a fuentes ajenas a la oficial está bien. Pero lo que se tiende a hacer hoy es una estrategia ajena al buen periodismo. Es una estrategia facilona con la que los medios pretenden salir del paso de los problemas que tienen para seguir vendiendo”.
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